viernes, 1 de octubre de 2010


Viejo terco, cómo me gustaría tener certezas acerca tuyo, cómo me gustaría que tengas un teléfono para que yo te pueda llamar, y ponerme nerviosa porque no escuchás nada y no querés usar el audífono, y tengo que gritar, y aunque grite no escuchás y digas "PURA, TELÉFONO, NO ESCUCHO N A D A" (já, ya lo sabíamos abuelo). Cómo me gustaría putearte de nuevo, como hace exactamente un año, porque no escuchabas una goma y la comida estaba lista, y no venías, y me enojé (¡y cómo me enojé!, si vos por sordo y necio "demorabas las cosas" que yo, por despelotada no había hecho a su debido tiempo) y te dije que sos un viejo quisquilloso, que no tolero cuando hacés esas cosas, y me acuerdo que me miraste y me pusiste una cara de orto enorme y me dijiste que yo era igual de terca que vos, con la diferencia de que yo escuchaba, y yo te pellizqué los cachetes y te dí un abrazo enorme. Tenías razón, somos iguales... qué tonta fui, nunca me animé a decirte ni un sólo te quiero, y se me quedaron todos trabados en la garganta.
Vos me conocés, sabés que necesito aprobación a cada paso aunque realmente no lo parezca. Vos sabés que aunque reniegue, me hace bien.
Mañana me voy a Catamarca, como el año pasado; y hoy a la noche no podemos comer juntos, pero esas cosas pasan y no puedo hacer nada más que mariconear y acordarme que como vos, no hay ni va a haber nadie.
Te llevo siempre en el corazón y sé que desde algún remoto lugar, me estás dando fuerzas y, aunque yo te decía que es al pedo, tal vez estés rezando por mi para que todo salga bien. Ojalá me regalaran un minuto para pellizcarte el codito y decirte lo hermoso que sos, viejito mofletudo, para escucharte renegar.
Todas las cartas que nunca te dí, los abrazos que se quedaron esperándote, los te quiero que se me murieron en la garganta y hoy le digo al viento, las gracias que tampoco supe darte, y mi orgullo por haberte conocido y tenido al lado, se quedan esperándote, en un cajón en el que sólo tengo cosas tuyas.
Ojalá te sientas orgulloso de este caos que tenés como nieta.

No hay comentarios: